Soluciones


1.
a) Boris Villeneuve había consultado su reloj: muy pronto sería hora de reunirse con su equipo.
b) Tres quesos de país: una variedad de la Mancha, adobado en aceite, un gran trozo de Cabrales asturiano; un queso vasco de Idiazábal, ligeramente ahumado.

JORGE SEMPRÚN, La Algarabia. Edit. Plaza Janés


c) Al fondo estaba el pueblo, amontonado, entre el puerto más abajo y la roca arriba; y también allí, entre los tejados, un continuo despuntar de copas de árboles: acebos, plátanos, incluso robles, una vegetación más despegada y altiva que se desahogaba —con un ordenado desahogo— en la zona donde los nobles habían construido las villas y ordenado con verjas sus parques.

d) En primavera el mundo sobre los árboles era un mundo nupcial: las ardillas se amaban con movimientos y chillidos casi humanos, los pájaros se acoplaban batiendo las alas, hasta las lagartijas corrían unidas, con las colas apretadas en un nudo, y los puercoespines parecían haberse vuelto blandos para hacer más dulces sus abrazos. El perro Óptimo Máximo [...] a veces regresaba maltrecho por los mordiscos; pero bastaba un amor afortunado para compensarlo de todas sus derrotas.

ITALO CALVINO, El Barón Rampante. Edit. Bruguera



2. a) La Desi sonrió. Llevaba unos días viviendo fuera de la realidad. Apenas ayudaba a la Marce por las mañanas en el barrido y, después de las comidas, a despachar la fregadera. El resto del día era suyo y si no lo destinaba a charlar con la Marce sobre el porvenir, salía de paseo con el picaza, o proyectaba su ajuar. A veces bajaba sola a su piso y desplegaba sobre el catre sus tesoros: dos mudas, dos toallas, tres sábanas y la colcha azul.

b)Lo contemplaba extasiada, confrontaba la calidad de los tejidos con los dedos y por último se decía con íntima satisfacción: «Bien mirado no hay ni una sola cosa fea».

MIGUEL DELIBES, La hoja roja. Edit. Destino

a) Pero lo que más llamaba la atención era el corte de pelo brutal e ignominioso que lucía su cabeza: nuca y patillas peladas deplorablemente evocaban cierto oscuro régimen disciplinario. La expresión de su rostro, mientras contemplaba de nuevo el cuadro de Encarna, mostraba una calma desdeñosa y remota. Algo de una impaciencia consumida, aniquilada, flotaba ahora en torno a su cabeza y hombros ligeramente rendidos.

JUAN MARSÉ, Últimas tardes con Teresa. Edit. C. Lectores

b) Clara sacó la pizarrita del bolsillo de su delantal y escribió la interpretación del sueño de Honorio: tendrás mucho dinero, te durará poco, lo ganarás sin esfuerzo, juega al diecinueve. Honorio no sabía leer, pero Nieva le leyó el mensaje entre burlas y risas. El jardinero hizo lo que le decían y se ganó ochenta pesos en una timba clandestina que había detrás de un bodega de carbón.

ISABEL ALLENDE, La casa de los espíritus. Edit. Plaza Janés