MODELOS DE TEXTOS
EL INFORME
 


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Tienes a continuación el índice y el resumen del Informe de la Unión Europea para el año 2001. El informe completo es muy extenso, cosa habitual en muchos informes de carácter técnico. Si quieres ver algún informe completo, consulta las páginas de Internet que tienes en el apartado "Bibliografía y links".

Esquema:

La Unión Europea en el 2001: reseña general
Capítulo I - Cuestiones institucionales y futuro de la Unión
Capítulo II - Derechos humanos y libertades fundamentales
Capítulo III - Espacio económico y social comunitario
Capítulo IV - Ciudadanía y calidad de vida
Capítulo V - Ampliación
Capítulo VI - Papel de la Unión en el mundo
Capítulo VII - Financiación de las actividades comunitarias y gestión de los recursos Capítulo VIII - Derecho comunitario
Capítulo IX - Instituciones y órganos
Capítulo X - Información y comunicación
Resumen cronológico
Lista de instituciones y órganos
Lista de agencias
Publicaciones citadas
Anexo
Cuadro I - Procedimiento legislativo de codecisión
Cuadro II - Procedimiento legislativo de consulta
Cuadro III - Procedimiento relativo a los acuerdos internacionales
Índice

La reseña general es como el sumario, texto que te mostramos íntegramente a continuación, para que observes cómo se condensa en él toda la información que se ha ido detallando en cada uno de los capítulos del informe. Se trata de una reseña bastante extensa, que contrasta con la longitud de los capítulos; en realidad, cada capítulo del informe tiene unas 10 líneas, mientras que el sumario ocupa muchas más. Está claro que el objetivo de los redactores es el sumario, ya que probablemente el destinatario buscará la información únicamente en este apartado. Un informe de este tipo es de balance (como una memoria), por lo que interesa especialmente el resumen, que es el que permite hacerse una idea más o menos clara de todo lo que ha sucedido o ha sido de importancia para la UE en el año 2001.

Es importante destacar que la noción de párrafo es básica. El párrafo es una unidad de estructura informativa en la que se resumen una o varias ideas relacionadas. Dominar la redacción de un informe supone en gran parte establecer una buena estructura del texto, es decir, una buena organización de la información en párrafos, además de encontrar el lenguaje más adecuado para exponer y argumentar de forma rigurosa y clara. Verás que los párrafos son más o menos equilibrados, mantienen en general una cierta homogeneidad en la extensión. Las frases no son demasiado largas, y son también bastante homogéneas en cuanto a extensión y estructura (no se utilizan estructuras demasiado complejas: no hay mucha subordinación y el orden suele ser el más básico y habitual en la sintaxis española.

Este lenguaje debe responder a una exposición sintética y que suele ser impersonal, evitando la referencia a personas concretas. Los marcadores textuales que inician cada párrafo relacionan lingüísticamente las ideas que se van explicando, es decir, cumplen la función de mantener la coherencia a lo largo del texto y de que la progresión temática se vaya manteniendo adecuadamente. Observa cuáles son y cómo van relacionando las ideas.

La Unión Europea en el 2001: reseña general

El 2001, año de transición previo a la nueva era del euro, permitió a la Unión Europea lograr avances que constituyen, en algunos casos, el resultado de trabajos en marcha desde hace varios años y, en otros, el inicio de nuevas realizaciones. Así ocurrió, en particular, además de con la propia preparación para el paso al euro, con los progresos de las negociaciones de adhesión, la apertura de una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales, la adopción de una estrategia de desarrollo viable y la reactivación de un espacio europeo común de libertad, justicia y seguridad. El futuro de la Unión después del Tratado de Niza se impuso como un tema principal de reflexión no sólo para las instituciones comunitarias sino también como voluntad de asociar al ciudadano europeo.

Continuando en la tónica de los decisivos impulsos registrados en meses anteriores, en el 2001 se realizaron algunos progresos considerables en la vía de la ampliación. A este respecto, la planificación aprobada por el Consejo Europeo de Niza se reveló como un precioso instrumento de referencia para gestionar el proceso de adhesión, dado que tres cuartas partes de los capítulos de negociación abiertos con algunos países candidatos pudieron ser cerrados. La percepción de este avance permitió a los Consejos Europeos de Gotemburgo y Laeken afirmar la determinación de la Unión para concluir, a finales del 2002, las negociaciones con los países candidatos que están preparados, con el fin de que puedan participar en las elecciones al Parlamento Europeo del 2004. También desde esta óptica se revisaron las «asociaciones para la adhesión», teniendo en cuenta las prioridades establecidas para el 2002 y el 2003.

Preliminar a la llegada de nuevos miembros al sistema institucional revisado de la Unión Europea, el Tratado de Niza, concretado a finales del 2000, fue firmado el 26 de enero. Su ratificación se puso en marcha en todos los Estados miembros y algunos de ellos concluyeron el proceso durante el año. Sólo Irlanda tropezó con una verdadera dificultad debido al resultado negativo de un referéndum organizado a principios de junio, pero recibió el apoyo de los otros Gobiernos para la búsqueda de una solución que no ponga en entredicho el texto del Tratado.

En Niza los Jefes de Estado o de Gobierno habían decidido iniciar una reflexión más amplia y profunda sobre el futuro de la Unión para hacerla más democrática, transparente y eficaz. En este sentido se abrió, en marzo, un debate público sobre el futuro de Europa, destinado a asociar al proceso tanto a los medios políticos, económicos y académicos como, más ampliamente, a la sociedad y la opinión pública, incluso en los países candidatos a la adhesión. A esta consulta, realizada a través de debates y de Internet, respondieron las posiciones o contribuciones de las instituciones y órganos de la Unión, incluida, a principios de diciembre, una comunicación de la Comisión titulada «Renovar el método comunitario». Por su parte, a mediados de diciembre el Consejo Europeo de Laeken adoptó una declaración sobre el futuro de la Unión en respuesta a tres retos fundamentales: ¿cómo acercar a los ciudadanos al proyecto europeo y a las instituciones europeas? ¿cómo estructurar la vida política y el espacio político europeo en una Europa ampliada? ¿cómo convertir a la Unión en un factor de estabilidad y punto de referencia en el nuevo mundo multipolar? Ante estos interrogantes la declaración apunta ideas que deben explorarse en el sentido de una mejor distribución y definición de las competencias en la Unión, de un aumento de la legitimidad democrática y la transparencia de las instituciones así como de una simplificación, o incluso reordenación, de los Tratados, abriendo la vía hacia una Constitución de los ciudadanos europeos. Sobre estas bases, el Consejo Europeo decidió, con el fin de preparar la Conferencia Intergubernamental prevista para el 2004, confiar esta reflexión a una Convención que reúna a las principales partes implicadas en el debate sobre el futuro de la Unión. Este foro será presidido por el Sr. Giscard d'Estaing y tendrá como vicepresidentes a los Sres. Amato y Dehaene e iniciará sus trabajos en marzo de 2002.

En sus primeras contribuciones a este debate en varias etapas, la Comisión ha materializado un proyecto anunciado el año anterior durante la presentación de sus objetivos estratégicos para el período 2000-2005 publicando, en julio, un Libro Blanco sobre la gobernanza europea. En este documento, que trata la manera en que la Unión Europea utiliza los poderes que le son confiados por los ciudadanos, la Comisión considera, sin esperar una reforma de los Tratados existentes, que deben preverse adaptaciones en el siguiente sentido: aumentar la participación de los protagonistas y en especial de las organizaciones sociales; reforzar la coherencia de las políticas y mejorar las normas; permitir a la Unión contribuir de manera renovada a la gobernanza mundial; recentrar las políticas y las instituciones comunitarias en sus misiones propias reforzando el método comunitario en el marco del triángulo Comisión- Parlamento-Consejo, y definir más claramente los objetivos a largo plazo de la Unión. En esta óptica de la gobernanza la propia Comisión prosiguió la aplicación del Libro Blanco, publicado en el 2000, referente a su propia reforma interna, en particular en lo relativo a la política de personal. La preocupación por lograr una Unión más próxima a los ciudadanos también se tradujo en iniciativas en distintos ámbitos, como la mejora del acceso del público a los documentos de las instituciones comunitarias, la creación de una red judicial europea en materia civil y mercantil para facilitar la información del público, y la publicación de un Libro Verde sobre la protección de los consumidores, destinado a llevar a cabo una extensa consulta sobre las futuras orientaciones de esta protección.

También pensando con determinación en el futuro, la Unión Europea aprobó en junio, con motivo del Consejo Europeo de Gotemburgo, una estrategia de desarrollo viable, definido como una respuesta a las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras. Esta estrategia, que añade la dimensión del medio ambiente a la estrategia convenida el año anterior en Lisboa, va mucho más allá de la simple adopción de una serie de medidas específicas y conduce progresivamente a reexaminar de forma coordinada las consecuencias económicas, sociales y medioambientales de todas las políticas y a tenerlas en cuenta en la elaboración de las decisiones. Por otro lado, el Consejo Europeo puso de relieve la dimensión planetaria del desarrollo viable e indicó, inicialmente, cuatro ámbitos de acción prioritarios: el cambio climático, los transportes, la salud pública y la gestión de los recursos naturales. Esta prioridad se reflejó asimismo en distintas proyecciones realizadas durante el año sobre este tema: preparación del sexto programa de acción sobre medio ambiente para el presente decenio, de un Libro Verde sobre la política integrada de los productos y de un Libro Blanco sobre productos químicos; progreso en los ámbitos de la calidad del aire y el agua, la biodiversidad, los residuos y la gestión medioambiental; papel determinante de la Unión en las negociaciones internacionales relativas al cambio climático, con resultados positivos, a pesar de la reticencia expresada por los Estados Unidos, en las conferencias de Bonn y Marrakech sobre la aplicación del protocolo de Kioto de 1997; aprobación de medidas concretas en el ámbito de la energía que permitan a la Unión responder a los compromisos suscritos a este respecto para la reducción significativa de las emisiones de gas de efecto invernadero hasta el 2012. Este énfasis en el desarrollo viable se encuentra, por otro lado, en el Libro Blanco que la Comisión publicó bajo el título «La política europea de transportes para el 2010» y que se sitúa en la perspectiva de un mejor equilibrio entre los distintos modos de transporte, la lucha contra la congestión del tráfico y la promoción de los aspectos de seguridad y calidad en beneficio del usuario. Una preocupación idéntica prevaleció en el avance de los trabajos sobre seguridad marítima. La dimensión de viabilidad y los objetivos a largo plazo inspiran también el Libro Verde presentado por la Comisión para abrir un amplio debate sobre el futuro de la política pesquera común. En el mismo orden de ideas, el debate sobre el futuro de la investigación en Europa se profundizó en el 2001, mientras que un nuevo programa marco en este ámbito será hecho público próximamente.

El enfoque definido en Lisboa conoció, en el 2001, una primera aplicación general, durante el Consejo Europeo de Estocolmo de marzo, que fue consagrado a las cuestiones económicas y sociales y abordó el problema del reto demográfico que supone el envejecimiento de la población. También examinó los medios de mejorar el empleo cuantitativa y cualitativamente, de acelerar la reforma de la economía, de modernizar el modelo social europeo y de explotar las nuevas tecnologías, definiendo, para las grandes orientaciones de política económica, directrices estratégicas con el fin de lograr un crecimiento constante y un clima de estabilidad macroeconómica. En el marco del pacto de estabilidad y crecimiento, un refuerzo de la vigilancia de las políticas fiscales acompañó a este impulso. El método abierto de coordinación preconizado en Lisboa se utilizó por primera vez en el ámbito de la inclusión social. Esta preocupación constituye un eje importante de la política social europea que, por otro lado, dio pruebas de un interés creciente de las instituciones comunitarias por el futuro del régimen de pensiones. Las iniciativas lanzadas de acuerdo con la estrategia de Lisboa conocieron también un principio de aplicación en el ámbito de la educación y la cultura ya que la Comisión adoptó iniciativas para la materialización de la Europa del aprendizaje a lo largo de la vida, para la aplicación de un plan de acción de enseñanza basada en las nuevas tecnologías de la información y para que la participación de la juventud dé un impulso a la ciudadanía activa. Por otro lado prosiguió la aplicación del plan de acción «eEurope 2002» que pretende instaurar una sociedad de la información para todos.

Más allá de los distintos puntos de vista sobre su futuro a más o menos largo plazo y sobre la aplicación paciente de un nuevo enfoque de coordinación de sus políticas, la Unión Europea, como el resto de la comunidad internacional, se encontró bruscamente con las convulsiones suscitadas por los ataques terroristas lanzados contra Estados Unidos el 11 de septiembre. Si las consecuencias de estos acontecimientos tuvieron repercusiones evidentes en las relaciones exteriores, también tuvieron como efecto acelerar la instauración de algunos aspectos del espacio de libertad, seguridad y justicia puestos en marcha durante el Consejo Europeo de Tampere de 1999 y que se encontraban a medio camino. Basándose en el trabajo ya realizado a este respecto, la Comisión pudo adoptar muy rápidamente las propuestas relativas a la aplicación del plan de acción adoptado por el Consejo Europeo reunido en sesión extraordinaria el 21 de septiembre, para responder a los acontecimientos ocurridos en Estados Unidos. Estas propuestas adoptaron la forma de medidas específicas o más generales para combatir el terrorismo internacional y de una decisión marco relativa a la orden europea de detención. A principios de diciembre el Consejo ratificó todas estas propuestas así como la relativa a la creación de Eurojust, con el fin de reforzar la lucha contra la delincuencia organizada. Los acontecimientos del 11 de septiembre también condujeron a las instancias comunitarias a conceder una alta prioridad al tema de la seguridad en el ámbito del transporte aéreo.

La determinación de luchar contra el terrorismo y la afirmación, en este contexto, de una solidaridad inquebrantable con los Estados Unidos constituyeron puntos destacados en el 2001 de la política exterior de la Unión y le permitieron reforzar su voluntad de actuar colectivamente tanto en su propio seno como en asociación con otras organizaciones o Estados terceros. En este contexto se crearon los órganos competentes en materia de defensa, se emprendieron algunos trabajos in situ de gestión civil y militar de crisis, y el Consejo Europeo de Gotemburgo acogió favorablemente los enfoques relativos a la prevención de conflictos. Al mismo tiempo, la Unión siguió favoreciendo su vocación particular en el ámbito de la ayuda humanitaria, como lo mostraron sus intervenciones en favor del pueblo afgano tras las operaciones militares emprendidas por Estados Unidos contra la red terrorista de Al Qaeda tras los atentados del 11 de septiembre, y como lo había ilustrado, algún tiempo antes, su asistencia a la Antigua República Yugoslava de Macedonia, donde se registraron fuertes tensiones internas y fronterizas. La preocupación por reforzar la coherencia condujo también a la Unión a profundizar en su reflexión sobre el nexo que debe establecerse entre ayuda de urgencia, rehabilitación y desarrollo a largo plazo.

A nivel geográfico, los Balcanes Occidentales siguieron siendo un eje importante de las relaciones exteriores de la Unión en el 2001. Durante este año se firmaron con la Antigua República Yugoslava de Macedonia y con Croacia los primeros acuerdos de estabilización y asociación, cuyo objetivo constituye una piedra angular de la política de la Unión para con la región. Por su parte, el diálogo previsto por los acuerdos de asociación y cooperación con los Estados independientes de la Antigua Unión Soviética siguió siendo la base esencial de las relaciones de la Unión con esta región y el diálogo con Rusia siguió ocupando un lugar principal en la agenda de la Unión Europea. El proceso de paz en Oriente Próximo, ante la crisis entre Israel y Palestina, fue también objeto de una gran atención por parte de la Unión. El año 2001 vio también concretarse las primeras aplicaciones de la reactivación de la asociación euromediterránea, en especial con la firma de un Acuerdo de asociación con Egipto y el inicio de la aplicación del programa MEDA II. Por su parte la cooperación con los Estados ACP en el marco del acuerdo de Cotonú se caracterizó por el lanzamiento del nuevo sistema de programación del IX Fondo Europeo de Desarrollo. La continuación de la aplicación del acuerdo de libre comercio con México y las negociaciones para celebrar acuerdos de asociación con el Mercosur y Chile centraron las relaciones con América Latina. Por último, se concedió prioridad a la actualización del marco estratégico de las relaciones entre la Unión y los países de Asia, con la ambición de definir los ejes principales de evolución de estas relaciones durante el próximo decenio. Japón acordó también con la Unión un plan de acción para una cooperación eurojaponesa reforzada durante este decenio y se concluyó un Acuerdo marco de comercio y cooperación con Corea del Sur.

A nivel multilateral, la actividad de la Unión en el 2001 se caracterizó por dos acontecimientos que le permitieron afirmar su papel como protagonista importante en la escena internacional. En primer lugar, fue bajo los auspicios de la Unión que se celebró en Bruselas, en mayo, la tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los países menos avanzados, manifestación que permitió poner de relieve la creciente importancia que reviste la lucha contra la pobreza en el mundo, objetivo central de la política de cooperación al desarrollo de la Unión. En la misma óptica, y en paralelo a los estímulos prodigados en otros foros internacionales, la Unión trabajó para definir un plan de acción destinado a acelerar su propio apoyo a la lucha contra las principales enfermedades transmisibles (sida, tuberculosis, paludismo) que afectan a las poblaciones más pobres del mundo. Frente a los países menos desarrollados, un esfuerzo específico se tradujo en la aprobación de un reglamento comunitario relativo a un nuevo esquema plurianual de preferencias generalizadas destinadas a liberalizar más aún el acceso al mercado europeo para los productos («todo excepto las armas») procedentes de estos países. En segundo lugar, la Unión procuró garantizar el éxito del lanzamiento de una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales en la cuarta reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio celebrada en Doha, Qatar, a mediados de noviembre. Los resultados de esta conferencia respondieron a los objetivos buscados por la Unión de liberalizar el comercio para reactivar el crecimiento económico, reforzar el carácter controlado del sistema comercial multilateral y hacerse eco de las preocupaciones de los países en desarrollo así como de la sociedad de los países más industrializados. La Unión desempeñó asimismo un papel determinante en el acceso de China a la OMC, decidida en la Conferencia de Doha.

Muchas de las iniciativas mencionadas anteriormente reflejan la voluntad de la Unión Europea de profundizar en su propia identidad. En una perspectiva de inspiración similar, mezcla de la ambición de hacer oír la voz de la Unión a nivel internacional, de la preocupación por desarrollar la solidaridad económica y social en su seno y de contribuir a la aparición de una verdadera ciudadanía europea bajo las formas más distintas, se desplegaron esfuerzos intensos en el marco de la preparación del paso al euro, que doce Estados miembros realizarán el 1 de enero del 2002. Estos esfuerzos consistieron en la coordinación de los preparativos de los distintos afectados por la introducción de los billetes y monedas. La Comisión participó, con los Estados miembros, el Banco Central Europeo y el Eurosistema, en la creación de una red europea de información sobre el cambio a la moneda única. En paralelo se obtuvieron avances en ámbitos como la protección del euro contra la falsificación o la simplificación de los pagos transfronterizos. Todas estas iniciativas para facilitar el éxito de la llegada del euro fueron necesarios para consolidar la base de la nueva moneda, que se impuso como el símbolo más fuerte y evidente de una Unión no solamente económica sino política. La afirmación de tal identidad conoció también en el 2001 un resultado no desdeñable en un ámbito en gestación desde hacía tres decenios: la aprobación de un estatuto de la sociedad europea. Más allá del progreso que representa como creación de un instrumento jurídico y de un marco para las relaciones sociales, tal resultado contribuirá a dar aún más sentido a la dimensión europea de la empresa.

Para la Unión Europea el año 2001 representó pues, en muchos aspectos, el esbozo de un análisis en profundidad sobre su propio futuro y la afirmación de su presencia en un panorama internacional en plena mutación. El 2001 permitió dar pasos importantes en la vía de una gran Europa dotada de una base institucional renovada, factor decisivo para confirmar la pertinencia y validez de un proyecto europeo acorde con las exigencias de los ciudadanos.
© Comunidades Europeas, 1995-2002

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