Traumatizados por el desastre electoral del 21 de abril, los jefes del
partido Socialista han enterrado provisionalmente sus hachas de guerra para
alienarse tras Hollande, que ha visto reconocida su legitimidad para conducir
la campaña de las legislativas. «Este proceso
electoral ya se ha terminado», aseguró el dirigente
socialista a un grupo de corresponsales extranjeros en París. «El
electrochoque del 21 de abril no será inútil, porque Chirac será
elegido presidente no por lo que él representa ni por su programa, sino
para evitar el peligro de la extrema derecha». Cuanto
más bajo sea el nivel de votación a Le Pen, más se notará
el peso de los votos de la izquierda. «¿Será
posible que el partido de la derecha, que obtuvo el 20% de los votos en la primera
vuelta, se quede ahora con todo el poder?», se pregunta
Hollande. La campaña socialista para las legislativas no será
un borrón y cuenta nueva respecto a la gestión desarrollada por
el Gobierno de Lionel Jospin, aunque se destacarán aspectos apenas enfatizados
antes de la primera vuelta: Europa ocupará un espacio importante y otro
eje será la defensa de la «eficacia del servicio
público» y la «solidaridad»
en una sociedad corporativista.
El País, 30-4-2002