El texto enuncia el problema que el emisor pretende aclarar mediante
el título ("¿Por qué se produce el rocío?) y nos ofrece un primer párrafo,
a modo de introducción, en el que define "rocío" y "escarcha", experiencias
cotidianas a las que quiere dar una explicación.
El segundo y el tercer párrafo dan una explicación general a estos fenómenos:
primero nos explica el fenómeno de forma general y, en los siguientes párrafos,
profundiza en la cuestión (primero obtenemos información general y, despúes,
información más concreta). Para introducir datos más concretos, se hace las
preguntas que probablemente se haría el destinatario y les da una respuesta:
¿Por qué el rocío se produce precisamente por la mañana? ¿Es que aumenta de
repente la humedad hasta llegar al punto de saturación?
Las preguntas que plantea son ejemplos de la vida cotidiana, situaciones que
a todos nos resultan familiares, por eso no le hace falta recurrir a citas de
autoridad. Así, su explicación sobre el fénomeno del "rocío" se basa en ejemplos
muy cercanos al lector (la ejemplificación es la estrategia discursiva que predomina):
¿Qué ocurre en las ventanas de una habitación caliente?
El cuarto párrafo es el que nos da una información más concreta en relación
a la pregunta que nos plantea el texto y, en el último párrafo, el emisor no
cierra el tema, sino que admite que hay algunos aspectos de este fenómeno que
no puede explicar, porque aún no se ha llegado a una respuesta clara:
Y, ¿qué gobierna su tamaño? ¿Qué sucede si se produce más y más condensación?
¿Cómo se unen las gotitas? ¿Cómo puede evitarse que empañe un parabrisas de
automóvil? Son preguntas interesantes sobre las que se sigue estudiando día
a día.