6. EJERCICIOS
1. ¿Cuáles son
las ideas básicas de los párrafos del siguiente texto? ¿Están
expresadas en cada uno de ellos con una frase temática? Subraya las que
encuentres. Lorenzo Gomis DEFENSA DEL PÁRRAFO
He echado mano de tres
o cuatro gramáticas. Para no leerlas enteras, ni saltar siquiera de capítulo
en capítulo, he buscado al final esos utilísimos índices
que nos permiten ganar tanto tiempo. He encontrado "para", "paralelismo",
"parataxis", "parecer", "paréntesis", "partes
(de la oración)", "participio", "partículas",
"partitivo", "pasar a", "pasados", "pasiva",
"pausa". De párrafo, ni rastro. He abierto cuatro o cinco libros
sobre el estilo; algo más he encontrado (Strunk, Kayser, Cassany). Bastante
competitivo me ha parecido un breve artículo de Lorenzo Gomis publicado
en "La Vanguardia" el dia 3 de marzo de 1986...
Lo mejor que
conozco sobre el párrafo es, sin embargo, algo que no se refiere propiamente
a él. Es el primer capítulo de la memorable "Mimesis",
de Erich Auerbach, historia de la representación de la realidad en tres
milenios de literatura occidental condensada en quinientas páginas (Fondo
de Cultura Económica). Compara dos estilos contradictorios, el de homero
y el del Antiguo Testamento. En los poemas homéricos nada queda oculto
o callado. Gran cantidad de conjunciones, adverbios y partículas, finamente
matizados, deslindan las personas, cosas y objetos, uniformemente iluminados,
y los traban al mismo tiempo en ininterrumpida fluidez. Todo ocurre en primer
plano y en un presente constante. La tensión es escasa. En el Antiguo Testamento,
por el contrario, de las figuras sólo sabemos lo que importa a la narración
y el resto permanece en la penumbra. Sólo los puntos culminantes de la
acción están acentuados y los intervalos vacíos. El tiempo
y el lugar son inciertos y los sentimientos están apenas sugeridos por
medias palabras o el silencio. Todo es tensión y trasfondo. El relato homérico
discurre engarzado, perfecto: los del Antiguo Testamento brillan sacudidos, elementales,
interrumpidos, profundos. Los héroes homéricos no evolucionan: los
del Antiguo Testamento cambian. Ulises se disfraza de mendigo, pero Adán
es expulsado de verdad. Auerbach no alude siquiera al párrafo,
pero en el párrafo puede contemplarse una concepción del mundo.
La lenta exposición del primer plano es el párrafo largo. El párrafo
corto es rápido; a cada punto y aparte ha pasado ya, fugaz, una racha de
tiempo. El párrafo largo hay que leerlo despacio, el corto puede leerse
de prisa. El párrafo largo es una solemne marea; mientras que el corto
puede convertirse en una rápida guillotina. El articulito del 86 muestra
al menos que de tiempo me intereso por el párrafo. Hace siglos que esta
palabra dejó de designar el signo de párrafo, signo que no pongo
porque no lo encuentro en mi ordenador, y pasó a significar el periodo
comprendido entre dos de estos signos. El párrafo es ahora el bloque de
letras que va entre el punto y aparte que le precede y el punto y aparte que le
sigue. En el teatro el párrafo es acción.
Cada persona es un párrafo. Los personajes importantes tienen muchos párrafos
y largos; los secundarios, pocos y cortos. Pero incluso el gran personaje no puede
pasar de un párrafo, por largo y elocuente que sea, y si quiere continuar
necesita que cualquier don nadie le interrumpa con una pregunta o una exclamación.
En último término vale la acotación del autor que explica
que se acerca a la ventana, suspira y se mesa los cabellos. Pero por regla general
con cada persona se abre y se cierra un párrafo. en el libro,
la novela por ejemplo, el párrafo es sagrado, el autor es el señor
de sus párrafos. Puede demorarse en párrafos océanicos, sensuales,
puro presente casi estático, o puede entrecortar la narración de
párrafos cortos, nerviosos, rápidos, de acción acelerada,
de cambios imprevistos. La sucesión de párrafos cortos y largos,
con predominio de los cortos, parece más adecuada para la historia, pero
tampoco tampoco esto es una regla. Abro "El siglo de las luces", del
cubano Alejo Carpentier. "A comienzos del Año III, Víctor Hughes
se vio lanzado a la cima del éxito. "El párrafo que empieza
así se prolonga cuatro páginas y no termina más que con el
capítulo. Y algo parecido ocurre en los siguientes. Quizás
es que el mediodía y el calor propenden al párrafo largo y el norte
y el frío al corto. Supongo que si echo mano de García Márquez
me envolverán párrafos largos y si busco a Knut Hamsun los párrafos
serán má cortos. No hago la experiencia, porque lo único
que quería decir es que en el libro el autor manda en sus párrafos.
Largo o corto, el párrafo es una unidad. En el párrafo, como señala
Wolfang Kayser, todas las frases están estrechamente enlazadas y un movimiento
homogéneo cruza todo el conjunto. Si la ilación se quiebra y el
movimiento cambia, como puede cambiar el viento, lo arreglaremos poniendo punto
y aparte y estrenaremos así un nuevo párrafo. Un párrafo,
se ha dicho también, es un paso y el principio marca la dirección.
Puede decirse que el párrafo facilita la lógica del discurso y es
la brújula que orienta al lector en el mar de la prosa. William Strunk
jr., cuyo librito sobre el estilo tiene la concisión espartana de un código
militar, prescribe en su orden número 9: "Haz del párrafo la
unidad de composición". Y explica que el párrafo es una unidad
que sirve para todas las formas de trabajo literario. Daniel Cassany, uno de los
pocos que entre nosotros se ha interesado por el párrafo, dice que ni siquiera
la puntuación llega a ser a la vez tan importante y tan desconocida como
el párrafo. En el periódico, sin embargo, el párrafo
no goza del respeto y la libertad que tiene en el libro. El manual de estilo de
la agencia Efe recomienda que el primer párrafo de una información
no tenga más de tres renglones de teletipo, que serán seis líneas
de imprenta, y que los demás no pasen del doble. Los americanos aconsejan
que los párrafos no sean más largos que anchos. Párrafos
que se alargan, lectores que se pierden. También es verdad, por otra parte,
que una cascada de párrafos demasiado cortos agita a los lectores y les
pone nerviosos. En los viejos tiempos del plomo y las linotipias los regentes
de imprenta, que eran los que mandaban, pasaban con la mano el plomo de una columna
a otra y si tenían que cortar sabían que podían hacerlo empezando
por el final en las informaciones. Los artículos inspiraban respeto.
Ahora manda el diseño, incluso en los periódicos. Lo que en
la estética del cuerpo humano son el masaje y el maquillaje es en el diario
la maqueta. Puesto en página un artículo quizá no sea leído
La
Vanguardia, 24 de enero de 1994
2. Corrige el siguiente texto de forma que los párrafos estén
mejor relacionados: Fred Uhlman REENCUENTRO
En Reencuentro se narra
la historia de dos jóvenes de dieciséis años que son compañeros
de clase. Ambos estudian en el Karl Alexander Gymnasium de Sttutgart, la institución
de enseñanza media más antigua y prestigiosa de Württemberg.
Hans Schwarz, el personaje que cuenta la historia, es un muchacho judío.
El otro joven es Konradin von Hohenfels, un rico aristócrata que proviene
de una de las familias más antiguas de Europa. Su madre desciende de una
familia aristocrática polaca y odia a todos los judíos, igual que
su padre. Pero, de momento, Konradin prefiere ocultar eso a Hans, porque él
no comparte la opinión de sus padres. Los jóvenes se conocen
en 1932. A partir de entonces, se vuelven íntimos amigos, inseparables.
Hans tiene un ideal romántico de la amistad; Konradin es el primer muchacho
de quien quiere ser amigo, ya que los otros compañeros de clase no le caen
demasiado bien. Sin embargo, un año después, en 1933, tras
la ascensión de Hitler al poder, todo habrá terminado entre ellos.
Konradin queda impresionado por la personalidad del Führer y decide hacerse
miembro de las Fuerzas Armadas nazis. Cree en Hitler, piensa que éste va
a salvar Alemania del materialismo y del bolchevismo. En cuanto a Hans,
se ve obligado a partir hacia el exilio. Sus padres morirán en Alemania,
su patria, pero no en un campo de concentración, sino que se suicidarán.
En Nueva York, estudia Derecho en la Universidad de Harvard, a pesar de que su
verdadero sueño era ser poeta; contrae matrimonio con una joven de Boston
y tiene un hijo. No
obstante, no consigue ser del todo feliz porque no ha hecho lo que él más
quería en esta vida: escribir un buen libro y una buana poesía.
Cuando lleva ya treinta años viviendo en los Estados Unidos, donde
ha intentado olvidar la amarga separación, ocurre algoque le hace volver
al pasado, a ese pasado que él había procurado borrar de su memoria.
Un día, recibe una carta del Karl Alexander Gymnasium que contiene
una lista con los nombres de los alumnos muertos o desaparecidos en la guerra.
Hans echa un vistazo a la lista, sin detener su mirada en la letra "H".
Muchos de los chicos de su clase han muerto. ¿De veras quiere saber si
Konradin es uno de ellos? ¿Acaso serviría de algo? No, Hans decide
romper aquel folleto. Pero, justo antes de hacerlo, vuelve a mirar la
lista y ve el nombre de su amigo. Junto a él, hay unas letras que dicen
que fue ejecutado por estar implicado en una conspiración para matar a
Hitler. De este modo, Hans se reconcilia, esta vez para siempre, con el amigo
perdido. Si esta historia destaca por algo, es, entre otras cosas, por
su sorprendente capacidad de emocionar al lector. Aunque el libro se publicó
por primera vez en 1960, trata un tema totalmente actual. Es verosímil
que historias análogas a ésta estén todavía ocurriendo
estos días en países de la antigua Yugoslavia, por
ejemplo. Sin duda, Reencuentro es uno de los mejores libros que se han
escrito sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.
Bibliografía
y vínculos
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