El Laboratori de llengua de signes catalana (LSC LAB) está vinculado al Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad Pompeu Fabra y forma parte del Grup de Lingüística Formal (GLiF). No obstante, también tiene una colaboración estable con el Departamento de Lingüística General de la UB y desde hace poco con la Universidad de Sevilla. Lo forman algunos investigadores senior, becarios predoctorales de investigación y expertos sordos signantes. Juntos llevamos a cabo la investigación financiada a través de proyectos competitivos (...)
Al contrario de lo que mucha gente todavía piensa, las lenguas de signos son lenguas humanas como las lenguas orales. Es decir, son lenguas naturales surgidas de manera espontánea a lo largo del tiempo dentro de una comunidad de usuarios, sin que nadie las haya creado ni diseñado artificialmente. Por eso las llamamos “lenguas” y no “lenguajes”, y también porque presentan todas las propiedades estructurales abstractas que conocemos del estudio de las lenguas orales.
Ahora sabemos que las gramáticas de las lenguas de signos se pueden describir y analizar con las herramientas de la fonología, la morfología, la sintaxis y la semántica. Lo que las hace realmente especiales es que son lenguas que se producen y se perciben por otros canales: las percibimos a través de la vista y las articulamos en el espacio con manos y brazos, pero también con movimientos y posiciones del torso, de la cabeza y de los diferentes elementos de la cara.
Como lenguas propias de las personas sordas signantes, las lenguas de signos no solo sn minoritarias, sino que además se han visto marginadas y rodeadas de prejuicios basados en el desconocimiento. Como lenguas minoritarias, hasta hace poco no habían participado en muchos ámbitos de la sociedad mayoritaria y, por tanto, estaban restringidas a un uso informal y de ámbito familiar.
Hablamos de “lenguas de signos”, claro, en plural, porque hay muchas, y de hecho seguramente aún no las hemos identificado todas. Las mejor conocidas son las propias de algunos países o estados que tienen una comunidad de usuarios importante numéricamente. De todas formas, también conocemos casos de lenguas de signos rurales en diversos puntos del globo que han surgido en poblaciones pequeñas donde se ha desarrollado una lengua de signos propia.
Por cierto, lo que se conoce como Sistema de Signos Internacional no es más que una forma de comunicación signada (básicamente un vocabulario) creado para la comunicación de personas sordas que no comparten la misma lengua de signos.
Las lenguas de signos no han sido objeto de estudio de la lingüística hasta hace relativamente poco. Esto hace que todavía desconozcamos muchos aspectos de cada lengua en profundidad, sobre todo en lo que se refiere a sus gramáticas. Esta es la tarea cenral que llevamos a cabo en el LSC LAB: entender en detalle muchas de las propiedades de la gramática de la LSC que no se han descrito suficientemente, o se han descrito solo parcialmente o superficialmente, e incluso descubrir propiedades nuevas.
Nos dedicamos principalmente al estudio de aspectos muy diversos de la gramática de la LSC, pero lo hacemos comparándola con lo que sabemos de otras lenguas de signos y orales. Como lenguas naturales, las lenguas humanas comparten propiedades abstractas más allá de las diferencias obvias que encontramos entre las lenguas del mundo. Como las lenguas de signos no tienen una tradición larga de investigación lingüística, es especialmente importante intentar entender si la modalidad visual-gestual tiene efectos sobre la estructura lingüística o no.
El conocimiento adquirido en la investigación sobre lenguas de signos no solo es relevante para el progreso de la lingüística. Como componente esencial de las capacidades de la mente/cerebro, la comprensión de la facultad humana del lenguaje ofrece una contribución decisiva a la Ciencia Cognitiva en tanto que interactúa con otros sistemas cognitivos. Desde una perspectiva más aplicada, conocer una lengua en detalle es un requisito básico para poder enseñarla en la escuela o para poder formar intérpretes de lengua de signos, por ejemplo.